miércoles, 14 de enero de 2009

Tenía un mes, y algunos días, y la meta era desconectarme, desenchufarme de la movida porteña, y pensé... ¿qué hago?, ¿qué necesito?... en primer lugar, pensé en algo como naturaleza, espacio, verde, viento , AIRE... algo así... y se me ocurrió Mendoza.

Una tarde que estaba aburrida en mi piezita, prendí la compu y me puse a mirar el mapa, y me dí cuenta de que Valparaíso estaba ahi no más, y en esta misma tarde, miré fotos, pocas fotos pero pensé "Ahí tengo que llegar".

Pasé de un puerto al otro. Al llegar, me acuerdo que me dió mucha impresión ver al Pacífico, puede parecer tonto, pero me quedé pegada contra el vídrio del colectivo, mirando, y ya segura qué este momento iba a quedar gravado en mi mente para siempre...el Pacífico...

Pero esto no es lo más lindo, el encanto de la ciudad esta en la calle, en las escaleras, en los rincones, sobre las paredes... la magia está en la alegría que esa gente lleva adentro, las sorpresas están en los encuentros, en las librerías, en los eventos, los festivales...

Y cuando llega la noche, y que los chilenos salen a "carretear", ahí ocurre lo más lindo: las charlas con esa gente tan linda y apasionada, y el ron que te hace mirar las estrellas con otros ojos, y pasan las horas, y me acuesto a la madrugada, feliz, feliz, feliz...
Así arranco el año, con esta certidumbre que lo más lindo es la aventura, arriesgarse, salir de su bulbuja y conocer, recorrer, perderse, equivocarse y volver a seguir. La vida no es pelear, no es correr, qué sé yo, bah, creo que estuve un poco ciega estos últimos tiempos, finalmente estuve en el ojo del huracán y ahora, ahora que estoy lejos, que salí de ahí, es como que se me aclaran las ideas, y para eso sirven las vacaciones, para eso sirven los viajes... y seguiré viajando...








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